Todo comenzó en la sala de espera de una clínica oftalmológica. Me encantaba ir con mi madre a su revisión anual y observar todos los instrumentos tecnológicos que allí utilizaban. ¿Qué verían tras esos aparatos? ¿Cómo sería el ojo por dentro?

Siempre me han apasionado los ojos, ¿a caso no es el órgano más bonito y sorprendente del cuerpo? La visión, ese complejo sistema que logra convertir luz en la imagen que vemos.

Más tarde, en la universidad no podía parar de asombrarme por la capacidad de ciertas lentes de contacto para modificar la graduación y permitir ver sin lentillas (Orto-k); o la capacidad de mejorar la visión en pacientes con severas dificultades (Lentes de contacto esclerales). Fue allí, donde me enamoré de la Contactología, especialidad que sigo disfrutando cada día.

No fue hasta que empecé a trabajar que conocí realmente el poder que tenemos los optometristas para cambiar la vida de personas con Baja visión mediante la Rehabilitación visual, permitiendo que estas personas con grandes limitaciones puedan volver a realizar aquellas tareas que su patología no le permite y recuperen su autonomía.

Y aquí estoy, muchos años después, ayudando a mis pacientes a ver mejor su mundo.